domingo, 27 de septiembre de 2009

Preciosa violencia: Eastern Promises



Imposible perderse una película de David Cronenberg, por más que sus apariciones sean verdaderamente fugaces y casi imperceptibles en nuestra cartelera local. Y ello porque en muchas de sus películas este director, como ningún otro, puede mostrar de manera totalmente descarnada historias sencillas, casi rutinarias pero que esconden las verdades más bizarras y las situaciones más extremas. Desde las perversiones sexuales de un ejecutivo publicitario en “Crash” (1996), hasta los extremos de violencia a los que puede llegar el más tranquilo y amoroso padre de familia en “A history of violence” (2005), Cronenberg muestra la violencia y la perturbación emocional como algo latente, escondido y que puede salir a flote en cualquier momento como una manifestación natural del ser humano.

Sin embargo, la marca registrada de Cronenberg es la libertad que se toma para mostrar lo que no nos gusta ver. Las escenas grotescas, explícitas, sangrientas para muchos muy desagradables son tomadas por el director como un instrumento que puede ser objeto de valoración artística. Desde "Videodrome" (1983), “The Fly” (1986), hasta "eXistenZ" (1999), en cada nueva película es importante estar preparado para ver las escenas que habitualmente son denominadas como capaces de herir la susceptibilidad.








En “Eastern Promises” (traducida como Promesas peligrosas) se observa nuevamente todos los componentes de la obra de Cronenberg, unos en mayor medida que otros. Se trata de una película que podría ser catalogada como un simple triller de espionaje, pero que se convierte en una historia de sacrificio brutal. En líneas generales la trama gira en torno a un sector de la mafia rusa afincada en Londres. El jefe de la banda ha violado a una adolescente de 14 años que manda a matar antes de dar a luz. En el hospital muere la joven pero el niño queda en manos de la enfermera (Naomi Watt) que trata de hacer lo posible para encontrar a su familia, razón por la cual se apodera del diario de la joven (en ruso) y busca que su tío lo traduzca. Eso implica descubrir que el mayor implicado es el jefe de esa mafia rusa, un viejo dueño de un restauran que parece inofensivo, cuyo hijo Kirill (Vincent Cassel) despotrica con el dinero y no tiene las agallas del padre. Kirill trabaja con Nikolai (Viggo Mortensen), una suerte de empleado que hace los mandados.

Nikolai posteriormente llega a obtener la confianza del hijo y el padre e inmiscuirse al máximo en la mafia rusa. Y aquí es importante resaltar esta actuación extraordinaria. Ver a Mortensen es ver al asesino más frío que uno puede imaginar, dispuesto a realizar cualquier acto de crueldad con tal de seguir a las órdenes de la mafia rusa, aparentemente. La fuerza interpretativa llega a un nivel de realidad increíble capaz de convencer a cualquiera. Destaca, sin duda, la escena del sauna donde los cuchillazos bailan a diestra y siniestra sobre el cuerpo tatuado y desnudo del genial actor, una de las mejores escenas de peleas que he visto. La hermosa Naomi Watt también cumple con su papel excelentemente. Evoca muy bien el temor de una mujer decidida, pero que de la noche a la mañana se ve envuelta un mundo de crimen.




La sangre, como no, es fundamental en la película: hay degollaciones, cuerpos muertos, cortes profundos; sin embargo, el film no llega a los niveles de repugnancia que muchos fanáticos esperan ver en cada película de Cronenberg. Lo grotesco se deja un poco de lado por el miedo latente, subrepticio, perturbador que va aumentando con cada escena.




Dirección: David Cronenberg.Países: Reino Unido, Canadá y USA.Año: 2007.Duración: 100 min.Género: Drama, thriller.Interpretación: Viggo Mortensen (Nikolai Luzhin), Naomi Watts (Anna Khitrova), Vincent Cassel (Kirill), Armin Mueller-Stahl (Semyon), Sinéad Cusack (Helen), Jerzy Skolimowski (Stepan).Guión: Steve Knight.Producción: Paul Webster y Robert Lantos.Música: Howard Shore.