domingo, 5 de febrero de 2012

The Iron Lady: una mala apología

Iron Lady es una película detestable por varias razones, no sólo porque celebra abierta y descaradamente la política conservadora. La historia está llena de lugares comunes y proclamas feministas y patrioteras fast food, es decir, fácilmente elaboradas, ofertadas y digeribles, sin reflexión alguna más allá del contenido liviano de los libros de auto-ayuda (“si te esfuerzas lo lograrás”).
Decir que Meryl Streep actuó genial es casi una redundancia. Lo importante es analizar su personaje y lo que trata de representar. Margaret Thatcher es mostrada como una mujer luchadora, que se esfuerza por lograr sus objetivos y romper los tabúes de una sociedad machista. Además, a pesar de los problemas logra equilibrar su labor política con su familia, es firme en aplicar políticas agresivas e impopulares que a largo plazo “beneficiarán a la nación”,  así como la defensa de las islas Malvinas y los valores de la “civilización occidental”.  Thatcher es tan luchadora y firme que incluso en su vejez enfrenta al recuerdo de su esposo muerto y logra vencer lo que parecía una inminente locura. En resumen, no se trata aquí de humanizar a Thatcher como erróneamente se dice, sino de exaltarla, construyendo un pedestal donde adorarla, pero no sólo a ella, sino también a sus ideas.



Y aquí es importante observar lo que la película no dice. Una constante en el filme es la firmeza de Thatcher frente a las manifestaciones masivas y la brutal represión en el Reino Unido, en el contexto de la implementación de las políticas neoliberales en los años 80s. Al exaltar esa firmeza como una necesidad de supervivencia “there is no alternative”, la historia muestra a la rebelión-represión como algo contingente. Los muertos, la sangre, la explotación, la agresión (en UK así como en las islas Malvinas) son deshumanizados, mostrados en forma de documental como momentos tristes pero necesarios. La película, así, se enfoca en el valor de la líder en resistir esa dialéctica, en estar más allá de ella.
La celebración de la unidad de la nación, la defensa de la soberanía y la unión frente a la crisis económica, esconden así, la violencia brutal sobre la que se cimentó el actual orden neoliberal, la perpetuación de las guerras colonizadoras y la estupidez de quienes celebran la democracia y el capitalismo global sin preguntarse cómo así pueden ser democráticos los regímenes europeos que prefieren recortar fondos para la educación y salud, manteniendo al mismo tiempo los millonarios gastos de sus monarquías. Esa es la verdadera naturaleza de las naciones modernas, de la nation as narration, como dice Homi Bhabha.



Así como The King's Speech (2010), además de recurrir a la manida exaltación de la superación personal, aprovechó para celebrar la autoridad de la realeza inglesa; Iron Lady hace lo mismo con la  política conservadora, sólo que sin ningún cuidado, con una crudeza insoportable. Así de sinvergüenza como las recientes declaraciones del Primer Ministro Británico David Cameron, que acusó de “colonialista” las intenciones argentinas de recuperar las islas Malvinas.