domingo, 18 de marzo de 2012

Los anti-Vallejo

El reciente artículo de Diego de la Torre sobre Cesar Vallejo tiene tantas frases deleznables que incluso podría decirse que compiten entre ellas. Elijamos una. Luego de citar un verso de “Espergesia” (“yo nací un día en que Dios estuvo enfermo”), su conclusión es: “Con una actitud así no se crea algo grande, menos aun un ciudadano con mentalidad ganadora y sin complejos”. Parece que el señor no se ha dado cuenta que mientras Vallejo está inmortalizado justamente por su grandeza poética, él sólo ha tenido su cuarto de hora gracias a sus lamentables y equívocas aseveraciones. Nada más.
El problema con de la Torre y demás conspicuos representantes del conservadurismo ilustrado peruano es que dentro de su visión unidimensional de mundo sólo cabe la  “mentalidad ganadora” del empresario que sabe hacer plata y aprovechar las oportunidades de negocios. En macro eso se refleja en la loa al “crecimiento económico” y el orgullo de exportar minerales. Con ese pequeñísimo entendimiento el pobre es pobre porque quiere, porque –vallejianamente- ha exaltado la tristeza. Alan García ya lo decía adicionando connotaciones raciales: “La sociedad peruana es derrotista... el Perú es un país andino, esencialmente triste. Aquí tenemos indígenas que cosechan hoja de coca todavía…”.
A los voceros del “éxito profesional” y la McDonalización de la sociedad hay que responderles, hay que informarles. La grandeza de escritores como Vallejo y Ribeyro está en el hecho de que han sabido trasladar la realidad del Perú (donde ha habido y hay desigualdad, opresión, racismo, indiferencia) a sus obras, de manera original, profunda y con gran estética literaria. Vallejo lo hizo de forma magistral, estando a la vanguardia del lenguaje sin perder un potente contenido humano. 
Por eso los conservadores que recitan a Mises y Hayek deberían aprender un poco de la historia de su propio país. Entonces no negarían que la pobreza de unos se debe a la riqueza de otros. Así lo fue en la colonia cuando la riqueza y los derechos de unos se basaron en la pobreza y la negación de derechos de los otros (¿Cuántos indígenas fueron explotados hasta la muerte con el sistema de encomiendas?). Así lo fue después de la independencia cuando el emergente estado nación repartía las tierras entre los descendientes europeos negando los derechos ancestrales a los indígenas (¿acaso no se dan cuenta de las razones de la revolución de Velasco?). Así es ahora, cuando el Estado permite que una empresa como Doe Run siga funcionando a su antojo, sin respetar estándares ambientales mínimos, trasladando los costos de la contaminación a los pobladores de La Oroya (¿qué precio tiene la salud?). Los ejemplos de acumulación de riqueza de unos y desposesión de otros (de la tierra, los recursos, la vida, la salud) se repiten a lo largo de la historia del Perú y los países llamados “sub desarrollados”. Sin embargo, para De la Torre y cia la culpa de la pobreza es de Vallejo y su pesimismo (¡!).
Ese es el problema con la gente que ha vivido siempre en una burbuja y que más allá de ella han preferido la indiferencia, esa poco elegante manera de estarse muerto en vida. Así lo decía ya nuestro más grande poeta en un verso que les calzaría perfectamente: “Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos”.

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