En “Senna” de Asif Kapadia (2011) la vida misma se reduce a imágenes captadas en momentos claves, en situaciones extremas, en instantes de desasosiego. Ahí está la cámara dentro del fórmula uno, se captan la derrotas, las victorias, el miedo y la decisión de luchar por lo que siempre se quiso, el temor al fracaso y el temor a la muerte.
Pero la película nos muestra más que un collage de imágenes. Es la narración de una “historia sin narrador”, sin una voz que nos guíe en la complejidad del espíritu de aquellos que dan todo por alcanzar sus objetivos. La narración es encomendada a cada una de las tomas, a las entrevistas que el propio Ayrton Senna daba, la que daban sus adversarios y sus seres queridos. Al final, el documental nos muestra de manera compacta una historia que el espectador mismo ha construido y ha interiorizado de acuerdo a sus emociones.
Entonces pueden haber muchos “Sennas” en la película. Esta el piloto intrépido que siempre luchó por ser el mejor, que lo fue muchas veces y se convirtió en un ícono famoso del deporte mundial, que no temía a la muerte porque era fiel creyente de Dios y que murió en su propia ley, tratando de ganar. También está el Senna de mirada profunda que parecía sentirse predestinado a morir en alguno de esos campos de batalla que eran los circuitos de fórmula uno. Este Senna ensimismado a pesar de todas las victorias, dinero y fama parecía nunca estar conforme, parecía vacío. Otros quizá verán a otro Senna, reflejándose en el piloto como en un espejo.
Cualquiera sea el Senna que hayamos construido, lo cierto es que la película es nostálgica y, por ello, triste. Porque como dice Joan Manuel Serrat en una de las canciones más profundas que he escuchado (http://www.youtube.com/watch?v=zFLcUAUWCqk), al final, la vida no es más que un conjunto de recuerdos frágiles, endebles y engañosos que son construidos por aquellos que nos amaron, y lo hacen a partir de sus propios recuerdos que también son frágiles, endebles y engañosos. Con Senna como con aquellos famosos que han podido conmover con sus logros a miles de personas, los recuerdos aparecen perennizados en imágenes, pero no dejan de ser frágiles porque la poderosa imagen igual se transforma ante la valoración subjetiva de quien lo observa.
Esta película es una pieza maestra acerca de la reconstrucción de una vida a partir de imágenes, reconstrucción que siempre es subjetiva y arbitraria.
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