domingo, 6 de mayo de 2012

Mis amigos y el tiempo


Mis amigos se empiezan a casar, tener hijos, engordar desvergonzadamente, perder el cabello.  En el facebook son cada vez más constantes las fotos de bodas, compromisos, luna de mieles, bebes sonrientes, y así.  Es como que el tiempo implacable llega para llevarse a todos de forma fulminante e injusta, sin darme un respiro siquiera para decirle adiós a esos recuerdos que compartimos juntos, a esos proyectos que no concretamos, esas pequeñas revoluciones, algunas hedonistas otras comunitarias, ambas utópicas.
Quisiera protestar y decir: “basta tiempo, no tienes derecho a acabar con los sueños de uno, así, sin avisar”; “no tienes derecho a convencer a mis amigos de convertirse en buenos ciudadanos, padres de familia, sentar cabeza y reproducirse”. Entonces un escalofrío surge de pronto. El miedo a pensar que el iluso, el desubicado soy yo. Mientras mi generación se hace cada vez más profesional, consumista, competitiva (en el sentido de la loa al mercado), yo estoy en un tren que va de Londres a Newcastle en el que empecé tratando de articular una exposición académica, y estoy en medio del camino re-pesando mi vida entera.
Las cosas entre muchos de mis amigos y yo han cambiado tan radicalmente como nuestros temas de conversación. En el pasado la política, la literatura, la música, la historia, la solidaridad estaban entre los temas de discusión habituales. Ahora van abriéndose paso las conversaciones sobre los departamentos, los autos nuevos, las hipotecas, el trabajo monótono, los restaurantes de lujo, el dinero. Viejos amigos que mostraban todas sus credenciales comunistas en las aulas de San Marcos, ahora hacen lo posible para convertirse en abogados de “éxito” de bufete, o aburridos funcionarios públicos en la administración, o empresarios de bolsa de valores, y así.



¿Debería dejar de teorizar sobre las perspectivas post y decoloniales, la alter-modernidad, la legalidad y la economía post-capitalista? ¿Debería dejar ese ímpetu por comprender y cambiar la realidad, por ayudar a construir una sociedad más justa? El mundo avanza y uno no puede quedarse estático, muchos insinúan. Adaptación le dicen unos; otros, simplemente, la inexorable evolución que va de la juventud a la madurez. 
Pero pienso un poco. Si algo he hecho hasta ahora no es precisamente quedarme estático, todo lo contrario: de Torino a Roma, de Paris a Ámsterdam, de Barcelona a Bruselas, de New York a Londres, pasando por Oxford, Frankfurt y muchas otras ciudades han sido el refugio no sólo geográfico sino también espiritual donde he enriquecido tremendamente mi experiencia intelectual y de vida. Cuando entré a San Marcos la poesía y la narrativa estaban más enraizadas en mí que la política y la academia.  Mientras mis amigos, que tenían de una y otra, fueron perdiendo ambas; yo en cambio me alimenté de libros que me fueron llevando por un camino que aún no termino de recorrer y no sé dónde terminará. Es decir, de seguro terminaré en mi querida Lima, pero no sé bajo qué condiciones y en qué circunstancias. Lo que sí estoy seguro es que no voy a renunciar ni a la academia ni al arte, aunque a veces uno se apodere del otro, aunque siga viendo envejecer a mis amigos.
No voy a renunciar porque aún hay mucho por decir, escribir, soñar. Porque el tiempo no me ha hecho más dócil, sino más insumiso. En fin, porque tengo la certeza que no me he quedado estático ni he involucionado, más bien, estoy forjando otro camino quizá más largo e inseguro que el profesionalismo abogadil, pero más excitante y gratificante por lo menos para mí.
Pronto llegaré a Newcastle con una nueva convicción. Los sueños de juventud se conciben para pelear por alcanzarlos. Muchos se quedarán en el camino y los olvidarán, cobijándose bajo la seguridad de un empleo y un hogar, lo que constituye una opción digna. Pero mi opción es distinta, es persistir.

2 comentarios:

  1. Existencialismo puro. Como bien concluyes, todo es elección y tu elegiste la angustia, el vértigo de la libertad y el cambio como tu forma de experimentar la vida.
    Tus compañeros de universidad, al menos gran parte de ellos, entre los que me cuento, solo nos conformamos con mitigar nuestras necesidades físicas y, de vez en cuando o de cuando en vez, acomodarnos en una butaca o un buen espacio libre en casa para ver alguna película o leer alguna historia que nos recuerde un poco aquellos sentimientos que vamos dejando atrás. Como para hacer menos difícil el tránsito hacia lo inerte.
    Gracias por tu publicación y tu necesidad de persistir que nos permite disfrutar de lo mejor de ti.
    Un saludo a la distancia de un amigo
    VVB.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, aunque no me queda claro quien eres, espero que algún momento podamos encontrarnos en Lima para charlar. Un saludo fraterno.

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